Nuestro amigo Pitito
Carta dedicada a mi moto, La Pepa
Lo primero, darte las gracias por las vivencias.
Empezaré contándote algunas cosillas que no sabes. Tuve motos desde los 16 años (bastantes tuve antes que tú) y mi vida fueron siempre las motos, pensaba y vivía siempre con ellas.
De todas ellas, tengo recuerdos muy buenos, todas japonesas. No me gustaba el emblema que tú llevas (ahora me encanta).
Por circunstancias de la vida, estuve más de 15 años sin ninguna moto pero las echaba cada día más en falta.
En esos años, tuve a mi hijo José Luis, Pitito para ti. Cuando pequeñito, veía fotos y vídeos de cuando yo vivía la moto y lo único que me preguntaba es donde estaba él (pregunta difícil de contestar). Siempre me decía lo mismo: «¡que guay!«
Un día me llamó al ordenador y me enseñó una moto y me dijo: «vamos a comprarnos una de estas, me gusta esta«. Esa era una como tú y me pidió que fuera roja. Por mi situación era difícil conseguirte pero él no hacía más que insistir, vamos a verla al concesionario y además es muy pesao.
Fuimos al venta y allí estabas tú. Lo primero que se veía al entrar y desde el momento en el que te vi supe que estabas allí para nosotros, no podía ser de otra manera.
Lo primero que me dijo el vendedor es que me olvidara de ti, pues yo era bajo para ti y no llegaba bien al suelo. Mi hijo puso mala cara, me miró y yo pude adivinar que él no quería otra más que a ti. Tuve que hacer malabares, me embarqué en tenerte y todos los días agradezco a mi hijo esa elección tan acertada. Te pusimos por nombre «La Pepa«.
Me has dado la vida. Volví a ver otra vez el mundo de diferente forma, como lo veía cuando tenía 19 o 20 años.
Y lo más importante: todo lo que he vivido contigo hasta este momento lo he vivido junto a Pitito, pues los kms que tú tienes, él los tiene también. No se ir sin él, somos un trío perfecto.
Hace dos días hicimos el Desafío Invernal 2015 y fue muy duro, desde las 6 de la mañana hasta las 9:30 h (casi 15 horas). Muchas horas pero, de nuevo, tú y mi hijo me disteis una lección, ni tú ni él os quejasteis. A él le preguntaba si estaba cansado y me decía que no, si quería comer, me decía no. Paró para mear. Joder, no quería bajar de ti, los dos tenéis muy buena relación.
También quisiera decirte que por ti tenemos buenos amigos y hemos abrazado a mis antiguos amigos. Todos ellos han acogido como suyo a Pitito, todos volcados con él, todos le preguntan, todos le quieren ayudar a lo que sea. En el anterior viaje a Eskimós’15, estuvimos a -10º, siempre pendientes a ayudarle a subir o bajar de ti, siempre con una sonrisa. Cuando estamos comiendo y tiene dificultades por algo como esta última vez, salió Cristóbal y le cortó los filetes. Joder, Pepa, eso vale mucho, eso para mí vale más que nada en la vida y eso gracias a ti, que nos has metido en este mundillo otra vez. Después cuando fuimos a salir para la casa, me paró un tío grande por fuera y por dentro que nos conocía de horas.
Uno de los organizadores del Desafío, Juan «Er Picha» y nos dijo: «no os podéis ir, tengo que darle una cosa a tu hijo» y nos dijo que la organización ha decidido entregar un trofeo a Pitito. Todos los presentes, pocos éramos, pero a todos se nos mojaron los ojos al ver al niño como lloraba desconsoladamente de alegría, abrazado a Juan por que se sentía el centro del mundo y sabía que el Desafío estaba hecho.
A su madre, por dejarnos sin poner pegas disfrutar juntos.
También tenemos grandes recuerdos de Ángel, Julio, Domingo, Paco, Rocío, Cristóbal, Lina, Manolo, Morgan, los hermanos Chicón, Alberto y todos los amigos que hemos rodados juntos en cualquier ruta, para no poner más nombres, todos ellos saben quiénes son.
Por todas estas cosas, Pepa, te agradezco desde los desayunos en Puerto de Galiz o en el Madroño, como los viajes a Marruecos (inolvidables), Eskimós, el Desafío y cada uno de los kms vividos y los amigos que lo han compartido. Te lo agradezco infinitamente.
Mucha gente que nos ve a los tres juntos dirán que dónde va el loco ese con el niño y se equivocan. Es el niño y tú los que me lleváis a mí y algunos dirán que voy como loco con el niño, y yo también a veces lo pienso pero eso es lo que le gusta a él y a ti. Si tuviéramos que ir de otra forma, te pondría en el salón de casa para mirarte, pero sería injusto. Los dos habéis nacido para disfrutar juntos y me habéis escogido a mí para llevar el manillar. Gracias a los dos, no hay mayor placer que esto.
Una vez le dijo una señora a una amiga que montaba conmigo: «si fueras mi hija, te mataba«. Ahora pienso que esa mujer no sabía lo que se siente con el aire en la cara. Solo las moteras y los moteros sabemos de ese placer.
Bueno Pepa, voy a dejar el rollo ya, mis ojos no pueden casi ver. Esto lo entendemos tú, mi hijo, yo y todos los que aman las dos ruedas.
Gracias amiga.
Sea cual sea la moto que lleves, recuerda siempre que el aire siempre es el mismo.